01 Jun
¿Qué es y porqué entender la importancia del patrimonio religioso?

El concepto de patrimonio cultural ha sido abordado desde disciplinas como la historia, el arte, la educación, la religión, el derecho y la antropología. Llul (2005) analiza la concepción actual de patrimonio cultural desde las disciplinas que se han dedicado a su estudio. Dicho autor señala al coleccionismo de objetos como el comienzo de lo que hoy se conoce como patrimonio cultural. Además, señala que este pensamiento particularista centrado en la propiedad y disfrute privados, ha evolucionado hasta concebir la existencia y selección de bienes culturales (manifestaciones y objetos de creación humana) significativos para la identidad y la cultura de un colectivo de personas que pueden ser transmitidos de generación en generación.

En 1972 la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) definió el patrimonio cultural como los monumentos, los conjuntos o grupos de construcciones y los lugares que tienen algún valor universal, desde el punto de vista histórico y que merecen ser protegidos y conservados para las futuras generaciones. La década de los noventa del siglo XX visibilizó una relación entre lo artístico, arquitectónico y estético de las construcciones históricas y religiosas de las iglesias, templos, ermitas, pinturas, esculturas y caminos…, con un patrimonio religioso (Nolan y Nolan, 1992; Rinschede, 1992). Para el 2003, el Centro Internacional de Estudios para la Conservación y la Restauración de los Bienes Culturales (ICCROM,) como órgano asesor de la UNESCO, dirigió el foro denominado «Conservation of living religious heritage». El tema principal, abordar el patrimonio religioso como algo vivo, vinculado a los objetos y edificaciones materiales que respaldan las creencias, manifestaciones, celebraciones y actividades devocionales. Desde allí, Stovel (2005) se gesta la idea de que el patrimonio religioso vive en cada una de las formas de adoración, de las creencias particulares y de los rituales y actos festivos asociados a la devoción.

Para Nobuko Inaba (2005) el patrimonio religioso hace referencia no solo a las construcciones, templos, imágenes o estatuas consagradas, sino a los ornamentos, elementos y utensilios que tienen un carácter y un valor patrimonial, los cuales son utilizados en prácticas culturales;  rituales, fiestas y actos festivos que también son patrimonio. Esta autora señala que después de la adopción de la convención de la UNESCO de 2003, sobre patrimonio cultural inmaterial que señala que los usos, las creencias, los ritos, las representaciones, las tradiciones, las costumbres y los estilos de vida colectivos pueden ser reconocidos como la inmaterialidad del patrimonio; instituciones como el Consejo Internacional de Museos (ICOM) o el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), han liderado iniciativas que promueven la toma de conciencia y la importancia de respetar la diversidad cultural de las minorías y de las culturas populares.

El patrimonio religioso se nutre de materialidades en inmaterialidades toda vez que «ningún patrimonio intangible puede existir solo como sí mismo. Siempre se asocia con personas, objetos, estructuras o lugares. Es tradición viva en general que abarca expresiones tangibles e intangibles, y que se enfrenta a la globalización contemporánea de la sociedad (Inaba, 2005, p.46)». Así, la noción de patrimonio religioso asociada solamente a las iglesias, catedrales y arte sacro comienza a ser devaluada en el presente siglo.

La declaración de Kiev (2010) establece que la naturaleza continua del patrimonio religioso exige un diálogo recíproco entre las instituciones religiosas que custodian y cuidan este tipo de patrimonio vivo y los demás interesados como los creyentes o el Estado. La mencionada declaración subraya que la gestión del patrimonio religioso es responsabilidad de los actores involucrados y compromete una perspectiva de respeto a los valores culturales y espirituales compartidos. Al respecto, Sidorenko (2014), en el primer Congreso Internacional de Patrimonio Religioso y Turismo llevado a cabo en la ciudad española de Elche, señala que «los elementos asociados a la religión y creencias tradicionales constituyen una de las mayores categorías temáticas en la Lista del Patrimonio de la Humanidad y requieren políticas para una gestión sostenible y un uso que tenga en cuenta su naturaleza espiritual inequívoca, como factor clave para su protección» (p. 26).  

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO